lunes, 24 de marzo de 2008

El centinela de mis viajes astrales
Dijo que no volviera a soñar con vos
Y me llevó su pizarra lunar
para inventar otra fórmula cuántica
Que deshaga tus besos de mi almohada

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una formula perdida por una cuchara cuenta que los calambres que te hacen cruzar los dedos de los pies pueden trasladarte a ese momento de comunión con la contorción.
Si abrís bien la nariz el ruido de ese calor que quema los diafragmas se transforma en música y los sueños bailan.
Pensá en una fuente que tira agua para reflejar el brillo de la luna. Nunca nadie supo que en ese movimiento había un secreto que la noche se guardó.
Los sueños no nos visitan, nos soplan para invitarnos a un mundo que ya es nuestro, nos saludan para indignarse por nuestra constancia en lo estrecho y limitado.
Bailan y se ríen de nuestros límites pero juegan a llamarnos para borrar en sueños todas las certezas que construimos durante el día.